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Viernes 7 de Febrero, 2025
 
 
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Clara Colaneri

Periodista

La historia de "Manito de miel": la vida de un maestro del engaño en Chaco

Brian Nahuel Arévalo creció en un barrio humilde de Resistencia, y desde joven se destacó por su habilidad para manipular y cometer delitos, acumulando más de 50 causas judiciales. A lo largo de su vida delictiva, evadió la justicia en varias ocasiones, pero su creciente notoriedad y la presión de las fuerzas de seguridad lo tienen acorralado.

10 años de historia. En la primera imagen, aparece "Manito de Miel" durante uno de sus primeros arrestos en 2014, mientras que en la segunda se lo observa en 2024, tras cometer su último delito.

Brian Nahuel Arévalo nació en un barrio humilde de Resistencia, Chaco. Desde pequeño, creció rodeado de dificultades económicas y poco acceso a oportunidades. La ausencia de una figura paterna y la lucha diaria de su madre para mantener la casa influyeron en su carácter. Aprendió a sobrevivir en un mundo donde la ley a menudo parecía distante.

Desde su adolescencia, Arévalo mostró una habilidad natural para la manipulación. Comenzó robando pequeñas cosas: bicicletas, juguetes y dinero de sus compañeros. A medida que crecía, sus delitos se volvieron más audaces. Se ganó el apodo de "Manito de Miel" por su capacidad para atraer la confianza de las personas con su sonrisa y su carisma. Siempre tenía una historia convincente lista para justificar su comportamiento.

Para el 2014, es decir, 10 años atrás, con apenas 15 años, se estimaba que habría cometido más de 100 delitos, de los cuales ya contaba con 57 causas judiciales abiertas y pendientes de resolución. No obstante, por su edad, "Manito de Miel" era inimputable.

En 2017, recién cumplidos los 18 años, agredió a un policía federal con un cuchillo y le robó su arma reglamentaria, pero logró recuperar la libertad. Otro de los ilícitos de ese año ocurrió en marzo cuando fue detenido mientras intentaba ingresar a una casa para robar.

A los veinte años, comenzó a realizar estafas más elaboradas. Se hacía pasar por un vendedor de productos que nunca entregaba, aprovechando su labia y encanto. Con el tiempo, se unió a un grupo delictivo, lo que le permitió expandir sus operaciones. Comenzaron a robar casas, pero él siempre buscaba formas ingeniosas de entrar sin ser detectado. Era astuto, y sus métodos se volvieron casi legendarios en el ámbito del crimen local.

Sin ir más lejos, este año su nombre volvió a aparecer cuando el pasado 23 de junio el joven de 23 años fue detenido en una causa por violencia de género. Durante un cumpleaños en el Barrio Cooperativa, Arévalo, visiblemente alterado, amenazó a su ex pareja diciendo que prendería fuego su casa si no lo acompañaba. Tras escapar, la víctima presentó la denuncia.

A pesar de sus éxitos, la ley no tardó en atraparlo. En varias ocasiones, fue arrestado y encarcelado, pero cada vez lograba salir con una historia conmovedora que convencía a sus jueces. Al poco tiempo, volvía a las calles, ansioso por retomar su estilo de vida. Su notoriedad creció, y con ella, también sus enemigos. Otros delincuentes veían en él una amenaza, lo que lo llevó a vivir en constante paranoia.

Con los años, su vida delictiva se volvió más complicada. Los medios comenzaron a cubrir sus crímenes, y su nombre se convirtió en sinónimo de estafa y engaño en Chaco. Sin embargo, cada arresto era solo un capítulo más en su historia. Después de pasar un tiempo en prisión, regresaba a casa decidido a recuperar su "gloria".

En los últimos años, el ambiente social en Chaco cambió, y las fuerzas de seguridad intensificaron sus esfuerzos para combatir el crimen organizado. Juan Carlos se vio obligado a adaptarse, optando por métodos más furtivos. No obstante, sus días de gloria parecen estar contados. A medida que la presión aumenta, su fama comenzó a volverse en su contra.