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Viernes 31 de Enero, 2025
 
 
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Lara Robledo

Periodista

La historia detrás de la vocación de rescatar caballos, que convirtió a una fundación chaqueña en ejemplo

Fundación Libera nació en 2016 y se dedica al rescate de caballos

En Resistencia la mayoría del tiempo la temperatura ronda entre los 30 y 40 grados. Las personas eligen seguir su vida porque no hay otra y porque ya están acostumbrados. Maria Angeles Merino es una de ellas, pero tiene una tarea que pocos pueden hacer o que pocos eligen hacer. Es rescatista de caballos, no de cualquier caballo, sino de esos que nacieron en la desidia, que jamás vivieron en libertad, que sueñan con correr en espacios verdes, relinchar y no tirar nunca más de un carro.

Angeles tiene 58 años, el pelo rubio y no mide mucho más de 1.60 metros. Ella es psicopedagoga de profesión, pero le pone el alma a los rescates, no solo de caballos, también de perros y gatos. 

Esta mujer es una de las socias fundadoras de la Fundación Libera."La idea fue de Silvia Rodas. Estábamos en APACH, ella era la presidenta. Hacíamos rescate de perros, gatos y jornadas de castraciones. Ella me venía comentando que estaba apuntado al tema de caballos, quería dejar APACH para abocarse exclusivamente a caballos porque era una problemática no abordada", comentó Angeles.Tiempo después, en el año 2016, ella, Silvia y Alejandro Cabral conformaron definitivamente la ONG. 

En aquel entonces, el grupo fundador creó un convenio con la policía para que participen de los rescates y acudan cada vez que se realizaba una denuncia por maltrato o abandono de un equino. Más tarde lograron conseguir un terreno en comodato para poder llevar ahí a los rescatados. Se construyó una casa y un salón pequeño para poder organizar eventos, capacitaciones sobre maltrato y concientización.

"A partir de Libera fue todo crecimiento. Nunca fue una cosa estancada", resaltó Angeles. Un aspecto que ayudó a la fundación y principalmente a la concientización fueron las redes sociales. A través de ellas, los rescatistas comunican los nuevos casos, los eventos que realizan, las adopciones y las pérdidas.

Para llegar al "campito", como le dicen los voluntarios de Libera, hay que salir de la ciudad, agarrar la Ruta Nacional N° 16 y luego la N° 11. Es un espacio verde, grande, no abunda la sombra, pero los 28 caballos viven en total libertad. Además, se les brinda las atenciones necesarias. La ONG pudo construir establos y un tinglado abierto para que los animales se puedan resguardar durante los días en los que el sol es insoportable.


El olor que hay en el predio es característico, es olor a bosta. En los espacios en los que están los caballos hay alfalfa y tachos con agua a su disposición. Los chicos calculan un fardo por caballo cada tres días. Además, cuentan con un sistema de seguridad para que los rescatados no se escapen y para que nadie los pueda robar. También colaboran en el día a día los vecinos de la zona.


Los carreros son protagonistas en las historias de estos caballos forzados al trabajo pesado desde que son potrillos. "Están los carreros que los cuidan porque son su herramienta en el buen sentido, los consideran un bien importante, le dan la atención y el cuidado que requieren. Y están los otros, que son los que vemos en la calle, que los sobreexigen con peso en horarios inadecuados", relató Angeles.


La cosificación del animal por parte de los dueños se puede visualizar en Resistencia a todas horas, pero no solo ellos son partícipes activos de esta situación. Los comercios, no todos, muchas veces eligen entregar los desperdicios y la basura a los carreros por comodidad o por un tema económico. Así como también las obras en construcción que hay en la ciudad.


La cofundadora de Libera explicó que: "Tiene que salir una ordenanza que prohíba a los comercios que le den a los carreros. Eso se tiene que diagramar bien. Es el interés de esta gestión actual, ellos están involucrados en el tema, ya tuvimos varias reuniones".


Con respecto a las obras en construcción dijo: "Cargar escombros de la obra en construcción en vez de poner volquetes porque prefieren llamar a un carro, es algo para llamar a la policía".


Por el momento se rigen por la Ley 14.346 que marcó un hito para Argentina, latinoamérica y el mundo porque fue la primera ley penal en favor de los animales, además los considera víctimas. Dicha Ley establece penas para las personas que maltraten animales, no específica nada acerca de los equinos y la tracción a sangre.

Ley maltrato animal

Desde la fundación remarcan algunas señales a las qué hay que estar atentos, por ejemplo que vayan muy cargados, que estén trabajando en horas de alta temperatura, como a la siesta, que su andar sea pausado o que tengan la boca abierta porque es señal de que tienen sed.


Actualmente existe un protocolo en conjunto con la policía. La ONG difunde un número perteneciente a la policía rural para que la persona que presencie el hecho pueda hacer la denuncia a través de un mensaje. Luego se debe reenviar este mensaje a Angeles. También hay que  llamar al 911. "Se trabaja en pinza, por un lado policía rural recibe la denuncia, tiene que ponerse en acción y yo verifico que lo haga, Por otro lado, todo eso está supervisado por el jefe de la policía con el que nosotros tenemos contacto directo", explicó Angeles.


Con este método ya no es necesaria la presencia de los voluntarios en el lugar todo el día. "Antes teníamos que estar para exigir que vaya la policía. Ahora está más aceitado", resaltó Angeles.


Por su parte, el proceso legal implica que el juzgado les otorgue la custodia judicial provisoria a la fundación y luego ellos pueden darlos en adopción. "Siempre la custodia va a ser nuestra, pero lo damos en adopción con determinados requisitos irrenunciables", contó Angeles.


Sin embargo, no todos los casos terminan con un final feliz. La rescatista recuerda la historia de un caballo que la marcó. Se acomoda en su silla, cambia el tono de voz, ahora es más triste, como apagado, agacha la cabeza, piensa y elige las palabras para comenzar a relatar el horror.


"Hubo uno el año pasado que fue muy doloroso. Sus dueños avisaron, ellos no sabían qué era lo que tenía en el pene. Creían que era un tumor, pero tenía una inflamación y un dolor ese animal. La peleamos, vinieron de la facultad de veterinaria para ver si se podía operar. Se prolongó mucho su sufrimiento en pos de querer encontrar una solución. Ese caballo me marcó. Pensé que iba a zafar. No murió solo, pero sufrió mucho", narró Angeles.


También mencionó que estaba muy triste y una frase de su hija la hizo reflexionar: "Mamá ellos viven el presente, no están recordando".


Casos como el relatado por Ángeles y tantos otros que no cobran visibilidad para el público en general terminan por abatir a los voluntarios, pero las historias alegres los ayudan a retomar la labor de ayudar a estos animales a tener una vida mejor. 


Al día de hoy son 20 los voluntarios que colaboran con la Fundación Libera, pero solo cinco lo hacen a tiempo completo. Entre ellos se destacan, además de Angeles, Romina Cura y Leonor Udrizar Lezcano.Los sábados y domingos se dividen en grupos para estar en el predio acompañando a los animales. También están evaluando tener un casero, pero no cuentan con presupuesto para pagar un sueldo fijo.

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