Oscar es jubilado, tiene 67 años y trabaja como delivery porque la plata no le alcanza
Oscar trabajó 15 años en una multinacional, se quedó sin trabajo tras la crisis de 2001 y siguió subsistiendo con changas.
Cuando se presentan las necesidades y el cuerpo todavía copera, es difícil hacerle entender a un hombre mayor de edad que se quede en su casa a descansar y que no se ponga a realizar tareas del hogar que requieran un esfuerzo doble.
Esta es la historia de Oscar, un hombre de 67 años que trabajar como repartidor de pizza en la localidad de Ingeniero Budge, Buenos Aires. Todas las noches y a pesar del clima, la inseguridad, él agarra su bici y sale a pedalear para poder sobrevivir o mejor dicho para ganarse su segunda jubilación, porque la primera no le alcanza.
Oscar trabajó 15 años en una multinacional, se quedó sin trabajo tras la crisis de 2001 y siguió subsistiendo con changas. ¿Su indemnización? Se la comió el corralito. Después hizo changas con su carro en La Salada, y así sobrevivió.
"Yo pensé que cuando llegara a jubilarme iba a estar mucho mejor, pero lamentablemente tenés que tener un trabajo extra para sobrevivir. Estoy cobrando una jubilación de treinta mil pesos, la mínima", relató a Telenoche.
Llegó a capital en el año 1969, venía desde su tierra natal, Famaillá, provincia de Tucumán. Al muy poco tiempo de llegar, y con solo catorce años, el Bocha consiguió su primer empleo como lava copas en Constitución. La cultura del trabajo que le inculcaron sus abuelos desde muy chico, es la que lleva hoy todavía como lema de vida. "La única herencia que me dejaron ellos son la honestidad y el trabajo", contó.
Hace dos años un viejo amigo de Oscar abrió una pizzería a treinta cuadras de su casa, y él, que conoce el barrio y a su gente, se ofreció para ser su repartidor. "Tenía pibes trabajando como deliverys, siempre tenían un problema, no me duraban más de quince días. Ahora al Bocha no lo cambio por nadie", aseguró René, dueño de la pizzería The Winners.
Por su parte, Oscar no baja los brazos y sigue pedaleando para poner el plato de comida en la mesa, mesa que comparte con su hijo y su nieto. "Me hizo feliz este laburo, vengo acá y tengo ganas de trabajar. No me siento viejo, todavía no", expresó.