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Viernes 7 de Febrero, 2025
 
 
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"Las olas de calor son el componente silencioso de la emergencia climática", dijo un especialista

Carlos Ferreyra, activista climático, medico y epidemiólogo, en contacto con Diario TAG  mencionó que en Argentina "estamos viviendo una gravísima emergencia climática, con enormes costos humanos, sanitarios, a la producción, en la economía, además de los costos sociales, ecológicos y ambientales".

Sostuvo que las olas de calor han ido incrementándose en frecuencia, intensidad y duración cada año a través de la última década, con crecientes impactos, "por la falta de políticas de adaptación, resiliencia y respuestas apropiadas, en la mortalidad y morbilidad de humanos, y de otras especies animales y vegetales".

Esta situación -dijo- ha producido también "crecientes pérdidas económicas, numerosos impactos sociales, afectando mucho más a los pobres urbanos, además de determinar daños ecológicos y ambientales, en algunos casos irreversibles, en línea con lo que sucede a nivel global por la emergencia climática, pero en particular y de manera mucho más pronunciada a los países del Sur Global".

Lamentó que a pesar de que el Parlamento argentino adoptó en 2017 el Acuerdo de Paris, y declaró la emergencia climática y ecológica en el 2019,  y que la ciencia argentina y la internacional han demostrado que los incrementos en las temperaturas del planeta superaran casi los 4º Celsius al año 2050-, ni el estado nacional, ni los provinciales ni los municipios, ni las empresas ni los sindicatos, han adoptado estrategias para reducir los impactos del calor creciente en el país.

Además, aseguró que tampoco han "estructurado planes anuales de contingencia, mediciones del calor urbano, de alerta temprana y pronta respuesta específicos para las islas de calor, con umbrales de riesgo locales, y campañas de comunicación para que las instituciones y ciudadanos comprendan el riesgo del calor creciente para sus actividades y vidas".

Dijo Ferreyra que "tampoco se han elaborado indicadores de impactos y seguimiento de experiencia de manera sistemática, por lo que estamos, con cada ola de calor que se sucede en el país sin información preciosa que necesitaremos para medir y construir políticas locales ante el calor, daños que nos hacemos a nosotros mismos y nuestras familias hoy, pero que esencialmente, significa que no estamos cuidando el futuro que vivirán nuestros hijos y nietos".

Señaló el médico que cada año, las olas de calor se cobran la vida de bebés argentinos, adultos mayores, ya muy castigados por el COVID 19, y de otros argentinos con enfermedades crónicas, pero también castigan significativamente a la salud de trabajadores urbanos, del transporte, de la construcción, la energía, servicios públicos, y de otras industrias urbanas y trabajadores rurales, deportistas, fuerzas de seguridad y militares. 

Asimismo, los sectores pobres urbanos y semiurbanos, son los más afectados por las olas de calor, que también impactan en otras actividades de la sociedad, como la reducción de la producción económica, tensando los sistemas de salud y generando cortes de energía, y produciendo la perdida de millones de horas de trabajo debido al calor extremo.

"Lo que no podemos aceptar- dijo- es que podemos enfrentar esta emergencia con acciones simples y de bajo costo, que pueden salvar cientos de vida durante los episodios de calor extremo".

Propuso en consecuencia reducir los riesgos futuros de la emergencia climática creciente, "necesitamos construir y fortalecer los sistemas municipales de alerta temprana y pronta respuesta para el calor, en particular para los argentinos que viven en áreas urbanas, que debido a la falta de planificación de su desarrollo, son las áreas más impactadas por las olas de calor, las que durante el evento climático generan islas de calor, que experimentan temperaturas muy superiores a la vecindad urbana, y por supuesto al campo circundante".

Por ello, es urgente que las ciudades. Municipios adopten planes de acción climática con programas para la reducción del calor, puntos de enfriamiento urbano, generando espacios verdes, techos y paredes frías, para viejas y nuevas construcciones, así como la perquisición obligatoria de las áreas construidas.