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Viernes 31 de Enero, 2025
 
 
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Por una disputa entre sindicatos, bloquearon el acceso a una pyme familiar y la obligaron a cerrar

Una pyme familiar dedicada a la comercialización y a la fabricación de productos químicos ubicada en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza, lleva varios días bloqueada por una disputa sindical entre el Sindicato de Químicos de Avellaneda y el de Conurbano Sudoesteque reclama la afiliación de 10 de los 29 empleados de la empresa.

La empresa no pudo trabajar desde el 28 de diciembre hasta ayer, día en que Walter Cividino decidió cerrar el emprendimiento que llevó adelante durante varios años con su hermana. "No me da más la vida. Estoy con palpitaciones, tomando ansiolíticos", dijo el hombre al portal Infobae.

El conflicto sindical aún no es resuelto por el Ministerio de Trabajo, a quien acudió Cividino para que se determine la validez del reclamo. Mientras tanto, los manifestantes se han expresado con actitudes intimidantes, bombos y quema de neumáticos.

El empresario tomó contacto con el Movimiento Empresarial Anti Bloqueo (MEAB), que lidera la dueña de una empresa que en 2020 estuvo 90 días bloqueada por un sindicato. La mujer acudió a la Justicia y logró que detuvieran e imputaran a los manifestantes que impedían el acceso de los trabajadores y amenazaban a directivos.

"Estoy en el medio de un conflicto intersindical. Siempre tuvimos relación con el Sindicato de Químicos de Monte Grande, pero durante la pandemia cuatro empleados, que se quedaron en sus casas por pertenecer a grupos de riesgo, se reintegraron y trajeron a este nuevo sindicato a la empresa, impusieron tres delegados y empezaron a bloquear el acceso a la empresa, mientras los sindicalistas exigían que les firmara los nuevos convenios colectivos y que aceptara al nuevo gremio", detalló Ciavadino al medio citado.

Finalmente indicó:"No sé quién me tiene que salvar la vida. No sé si es el Gobierno, el juez, el fiscal o el Ministerio de Trabajo. Lo que hice fue para resguardar a la mayoría de los empleados, que quieren seguir trabajando, y a mi familia. Con mi hermana no podemos ir a nuestra empresa porque nos gritan, nos escupen, nos ‘dicen firmá el acuerdo y te dejamos trabajar’, pero no se puede hacer nada bajo presión. Somos dos hijos de italianos que estamos acostumbrados a trabajar. Desde hace treinta años yo laburo todos los días, de 8 a 17, me quedo en la oficina o voy a mi casa y sigo laburando hasta las tres de la mañana. Acá las autoridades tienen que intervenir y tomar una decisión".