Los billetes de $100: el papel que nadie quiere pero que está en todos lados
En los últimos días, los usuarios empezaron a notar que algunos cajeros automáticos del país están entregando grandes cantidades de dinero en billetes de 100 pesos. La situación generó malestar en los clientes, quienes, con las billeteras explotadas por papeles de bajo poder cancelatorio (ya representan casi medio centavo de dólar), se hicieron eco en las redes sociales sobre por qué no recibían billetes de quinientos y mil pesos.
Puertas adentro, desde los bancos admiten que es un problema: escasean los billetes de mayor denominación, mientras que ya no saben dónde guardar los de Evita. La inflación se los comió y, aunque hoy valen poco, son los que más están dando vueltas por las calles.
"Hay exceso de billetes de $100, los tesoros de las sucursales están atiborrados", coincidieron tres entidades financieras. Y los números del Banco Central (BCRA) les dan la razón. Según un informe de monedas y billetes que publica quincenalmente la entidad monetaria, al 15 de octubre estaban circulando 2619 millones de billetes de cien pesos, un 37,93% de un total de 6904,6 unidades.
Si bien el número viene paulatinamente bajando, la cifra es más alta que los 2343 millones de billetes que había en marzo de 2020, antes de que "la maquinita" tuviera que ponerse en marcha para financiar el déficit que dejó la pandemia de coronavirus (en julio del año pasado se llegó a un pico de 3240 millones de billetes de cien circulantes, que no se veía desde el año 2018).
Como contraste, en la actualidad hay 1238,2 millones de papeles de $1000 (un 17,93%), unos 1199,6 millones de $500 (17,35%) y tan solo 493 de $200 (7,14%).
"La inflación hace que cada vez la gente necesite mayor cantidad de plata, es algo que sucede en todos los períodos inflacionarios. Además, hay una decisión monetaria de imprimir muchos billetes, lo cual hace que haya más dinero en la calle, y a eso se le suma el tema de la evasión, que premia al efectivo. Se conjugaron la pólvora y el fósforo, hay mucho billete dando vueltas, pero no de la denominación que sirve", consideró un banquero.
Otro de los factores claves que explican el fenómeno: el Banco Central no está entregando todos los billetes de $1000 que necesitan los bancos para evitar estos problemas, al tiempo en que no está recibiendo billetes de $100. Si bien la disponibilidad del dinero está garantizada, la nominalidad de los papeles genera estos atascos.
"No es de mala voluntad, evidentemente es un tema de espacio físico. Con la cantidad de circulante, no hay forma de recibir billetes de cien, estén deteriorados o no. Y lo poco que recibe lo hace exclusivamente en Buenos Aires, lo que hace que en las ciudades del interior la problemática se vuelva más compleja", confesó un gerente general.
Más allá de la mala experiencia de los clientes, la situación también les genera costos extra a los bancos. Entregar más billetes implica un mayor desgaste para los cajeros automáticos, las máquinas se rompen más frecuentemente, se tienen que rellenar los cajeros unas "cuatro veces al día" (con los de $1000 se tiene una eficiencia diez veces mayor) y tienen más costos de transporte de caudales. Tampoco es opción no funcionar por mucho tiempo, ya que hay un sistema de castigos. "Es un tema que nos preocupa un montón", admitieron.
Como solución, en algunos bancos están llevando un trabajo de logística para determinar qué cajeros tienen menos operaciones y, así, cargar los "puntos neurálgicos" de billetes de $500 y $1000.
En otros, prefieren hacer una distribución más "justa" y cargan todos los cajeros automáticos de formas iguales, sin importar la cantidad de transacciones que tengan al día. Incluso hay entidades con sistemas inteligentes que le proporcionan billetes de alta nominalidad a sus clientes y de baja a los que son de otra red.
No es un problema nuevo, pero ahora se empezó a notar un poco más porque "hay tantos billetes de cien, que no nos queda otra que ponerlos en los cajeros automáticos". Una medida paliativa podría ser la llegada de un billete de mayor denominación, un pedido que vienen realizando los bancos desde hace tiempo.
Fuente: La Nación