Creer o reventar: huesos "malditos" y muerte de una joven peruana en el Paraná
El Dr. Julio Picón, flamante pre candidato a diputado nacional por "Yo Cambio", se caracterizó por relatar a través de hilos de Twitter diferentes historias. Curiosas, chistosas, y por qué no, tenebrosas. Acá un nuevo relato para creer o reventar.
Este nuevo cuento inicia con Daisy, una joven peruana estudiante de Medicina quien creyó necesario conseguir un cráneo humano para estudiar Anatomía, por lo que como primera medida intentó conseguirlos en el Cementerio, aunque sin suerte.
Según relata el Dr. Picón en su cuenta de Twitter, un vecino de la joven le comentó que había un cráneo humano a la venta en el barrio Ongay, de la ciudad de Corrientes. Al llegar al lugar, dialogó con un hombre a quien le pagó en efectivo y éste le entregó una bolsa arpillera con los huesos: un cráneo, un húmero y huesos de la mano.
Y es aquí donde la historia se pone espeluznante. Esa misma noche, tras lavar los huesos y cotejarlos con las imágenes de un libro, Daisy se acostó temprano pero no pudo dormir. "Algo raro le pasaba", cuenta.
Fue a la mañana siguiente cuando recordó sus pesadillas. Habían intentado asfixiarla y la tomaron de los pies tirándola para abajo. Daisy le contó esto a una compañera de estudio quien le sugirió llevar los huesos a la iglesia para bendecirlos. La joven estudiante se dirigió a la parroquia San Juan, pero no tuvo suerte. El cura le dijo que no podía bendecir huesos y no correspondía hacer misas por un desconocido.
En cambio, el sacerdote le recomendó rezar y no obsesionarse con supersticiones. "Esa noche rezó y pudo dormir tranquilamente. Pensó que todo había pasado, cuando vio sus apuntes totalmente rayados, y tuvo miedo nuevamente", continúa el relato.
Ya en la tercera noche, según señala el cuento, la joven tomó otras precauciones. "Un rosario en la cabecera de la cama, un crucifijo debajo del almohadón. Puso el cráneo en una caja, lo metió dentro del ropero y trabó la puerta con otro rosario. Durmió plácidamente y cuando despertó miró su escritorio y estaba todo normal".
Sin embargo, no todo había terminado. Al llegar su compañera de estudio, sacó el cráneo y lo colocó sobre la mesa. Abrió nuevamente el libro y descubrió que varias hojas estaban quemadas y otras tenían rasguños.
"No puedo más, esta tarde misma voy a tirar estos huesos" dijo Daisy, resignada y alterada por la situación. A lo que su amiga afirmó y le pidió tener cuidado dónde los arrojaba "no sea que te ocasionen más problemas". Pero Daisy ya había decido tirarlos en el río.
La historia cuenta que, al día siguiente, la amiga volvió a lo de Daisy, tocó la puerta, pero nadie atendió. Preguntó a los chicos del fondo si la vieron, y le dijeron que "salió a la tardecita, pero no volvió". Asustada fue hasta la Comisaría 4° para presentar una denuncia, pero no lo tomaron: "Fijate si no se quedó en la casa del novio", expresaron.
No vio nunca más a su amiga. Semanas después se enteró que habían llegado sus padres de Perú a reconocer un cuerpo hallado en las orillas del río Paraná.