"Para mi la mejor vida fue cuando mi hija estaba. Mi corazón se fue con ella"
Por: Gabriel Bobis (*)
Fotos y video: Sebastián Silva
A Francisca Rivero le duele como el primer día las dos cuadras infinitas que tuvo que caminar cuando mediante un mensaje de texto su hija Yolanda le avisó: "Fernando Aguirre le disparó a Lorena".
Aquel 28 de febrero de 2019, pasadas las 13 horas, Lorena Saucedo recibió uno de los 5 disparos que el violento Fernando Aguirre efectuó cuando ella estaba en la vereda de su casa ubicada en José María Paz al 2800, Villa Facundo, jurisdicción de la comisaría Séptima.
El joven que disparó tenía causas iniciadas por otros delitos, entre ellos la complicidad en un crimen, y estaba ensañado con Yolanda Saucedo -hermana de Lorena- a quien meses antes también intentó matar. "Yoli", acudió a la Justicia, logró que le den un botón antipánico y que Aguirre tenga una orden de restricción.
"Ese día no funcionó", aseguró Francisca sobre el botón, mientras que al asesino nada le importó aquella restricción de 300 metros. Desde muy poca distancia disparó 5 veces hacia Lorena, su hermana y su sobrino de solo 8 años. No conforme con ello, después de asesinar seguía refugiado en una casa que tampoco cumplía los metros mínimos de acercamiento.
El relato policial
Lorena fue abanderada en la escuela y estaba a semanas de empezar un nuevo proyecto laboral tras recibirse de Técnica en Gestión Social, toda una vida de planes y superación que fue truncada. Es que, a los pocos minutos de recibir el disparo, fue trasladada en un auto particular al hospital, pero tras ser intervenida quirúrgicamente murió.
La incomprensible muerte sacudió a la familia Saucedo. Sin embargo, de ese núcleo surgió una lucha encabezada por Francisca. Ella porta un dolor que resulta incalculable para quien no transitó circunstancias iguales, pero también una fortaleza que, aunque quizás no lo note, es aún mayor.
"Para mí la mejor vida fue cuando mi hija estaba. Si vos me decís si yo tengo un momento de felicidad, es cuando estoy adentro de mi casa. Y si vos me decís que yo puedo salir de mi casa y reírme, puedo, pero adentro de mi casa se me cae el mundo abajo", expresa Francisca con la mirada triste y reflexiva.
Si aún su relato no pareciera duro, la mujer profundiza aún más en el dolor: "Cuando me despierto, escucho bien la voz que me dice ´ma tomamos mate´ y ahí se me va a la vida. Todos los días una mamá que perdió un hijo, pierde un poco su vida y la mía me mataron, mi corazón se fue con ella".
¿De dónde sacó tantas fuerzas? Eso es algo que ni Francisca puede explicar. Mientras tanto se aferra a la fe con la misma intensidad con la que sujeta el rosario que lleva en sus manos. Tiene una especie de altar con velas y fotos, allí -nos cuenta- toma mates habitualmente y piensa en ayudar. Otra de las misiones de vida de esta mujer.
Con la muerte de su hija, en Francisca nació la ilusión de ayudar y hacerlo en nombre de Lorena Saucedo. Es por eso que acompaña a familias que viven el mismo calvario y, además, en su casa dispuso un merendero. Allí recibe a los niños del barrio con meriendas.
¿Quién era Lorena?
"Nació un 27 de septiembre de 1991, era una niña feliz porque tenía unos papás que le querían, unos hermosos hermanos, un sobrino, tenía primas y nació entre gente que la quería mucho", cuenta emocionada Francisca. Lorena fue abanderada en la escuela y se recibió dos meses antes de su asesinato. "Fue doloroso también para nosotros ver que nos hayan entregado el título de su tecnicatura no estando ella".
Por último, en la habitación intacta de su hija, Francisca se pregunta cómo sería la vida si Lorena estuviese con ellos y rápidamente se responde: "Pero la truncaron. Truncó nuestra vida este hombre, este asesino".
9 meses después del crimen, la Justicia tomó el caso Lorena Saucedo e históricamente lo llevó adelante en un juicio por jurados que encontró a Fernando Aguirre culpable del asesinato agravado por el uso de arma de fuego. La jueza técnica Alicia Cáceres, integrante de la Cámara del Crimen Nº 1 de Resistencia, resolvió una condena unificada de 28 años de prisión.
"Sentí un alivio, no te digo una alegría. Porque ahí supimos que podíamos contar con la justicia", cerró sobre la decisión judicial.
La familia hoy vive en el mismo lugar, allí nació Lorena y allí murió. En ese barrio se escribieron los mejores momentos y también el peor, eso lo sabe Francisca. El barrio no olvida el triste episodio pero hoy se viste de aquello que logró sacar de ese momento: fortaleza y acción para cambiar realidades.
(*) de nuestra redacción