El D10S más humano que habitó la Tierra
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Por Guillermo Taboada (*)
Me permití escribir unas palabras a modo de reflexión, más interna que otra cosa, y en un débil y más que frustrado intento de pedido de disculpas.
Maradona no era santo de mi devoción, como suele decirse. Siempre fui crítico de su accionar como persona y poco valorativo de su carrera futbolística por no haberlo visto mientras estuvo dentro de ese hermoso rectángulo de césped jugando a la pelota. Su gran amiga.
Entiendo, y sigo pensando, que a un futbolista hay que analizarlo también como persona. No existe el futbolista separado del humano, son un todo y a mi manera de ver las cosas, son esos pequeños detalles lo que hacen más grande a una figura, una estrella, un astro, en cualquier deporte.
Por eso, las decisiones que Diego (me permito tutearlo) tomó con su vida, hicieron que sienta que le faltó algo para convertirse en ese ídolo sin prejuicios, ese salvador y ejemplo a seguir que nos regaló una copa del mundo y como dice el pity en su canción, convertía a los rivales en estatuas de cemento, desparramando ingleses en México ‘86 como nunca más volverá a ocurrir. Pero, ¿quién soy yo para juzgarlo?
La muerte del, para muchos, mejor futbolista de la historia, me tomó por sorpresa como a todos. No esperaba sentirme tan mal, al punto tal de derramar lágrimas.
Como amante del fútbol y de Boca (como El Diego), siento que una parte de ese juego sagrado murió. La parte más argentina diría yo. Porque Maradona era eso, más argentino que ninguno. Con su potrero, su historia, su vida, su viveza criolla, sus huevos y, lamentablemente, sus defectos.
Un combo explosivo que lo llevó a lo más alto y también lo hizo caer en picada contra un suelo de espinas. Suelo del que se levantó incontables veces, a tal punto de hacernos creer que era inmortal.
No me quiero extender demasiado, solo necesitaba una manera de descargarme y expresar ese amor-odio o lucha de ideales (queda mejor), que me generó en vida y ahora en su deceso Diego Armando Maradona.
Lo critiqué por las drogas y el mal ejemplo, lo lloro por la falta y el hueco que va a dejar en el corazón de los que amamos el fútbol. Desde acá, con estas humildes palabras, me despido del D10S más humano que habitó la Tierra. Perdón y hasta siempre!
(*) Periodista de nuestra redacción